top of page

Acercarnos a la orilla de nuestra marea

Actualizado: 26 ago

ree

Vivimos en un mundo que nos empuja a definiciones rápidas, etiquetas claras y respuestas firmes. ¿Quién sos? ¿Qué hacés? ¿Qué querés? Pocas veces se nos da el espacio —y la valentía— para decir: “no sé”, “estoy viendo”, “estoy cambiando”.


En esa búsqueda de certeza, muchas veces nos alejamos de lo más importante: lo que realmente estamos sintiendo. Nos desconectamos del proceso, del fluir, de la parte nuestra que no encaja en moldes.


Este texto nace de esa inquietud.

De la necesidad de pausar, de mirar hacia adentro y de ensayar una forma más amable de habitarnos.

Una forma menos exigente, más curiosa.

Más parecida al movimiento del mar, que viene y va, sin necesidad de explicarse.


Una revolución suave


Hay actos silenciosos que son también revoluciones.

Uno de ellos es acercarnos a la orilla de nuestra propia marea.

Ese gesto, tan íntimo y profundo, de detenernos un momento para mirar lo que se mueve dentro. Lo que pulsa.

Lo que emociona.

Lo que no siempre entendemos, pero está ahí, latiendo.


A veces creemos que conocernos es definirnos. Etiquetarnos. Encajarnos en una forma que nos haga sentir que somos algo concreto. Pero… ¿Y si no fuéramos una forma, sino un fluir?


Mirarnos con asombro


Qué distinto sería si pudiéramos arrimarnos a nuestras identidades con el mismo asombro con el que contemplamos el mar.

Sin necesidad de explicarlo todo.

Solo mirar.

Solo sentir.

Dejar que nos habite la ternura de sabernos cambiantes, inacabadas, en proceso.


¿Quién decidimos ser… y quiénes somos realmente?


ree

Muchas veces confundimos lo que nos pasa con lo que somos. Confundimos lo que elegimos con lo que nos define. Nos ajustamos a roles, a trajes que un día nos sirvieron y hoy nos aprietan, y no nos permitimos actualizarlos, dejarlos ir, probarnos algo nuevo.


Tememos ser variables.

Tememos cambiar.


Como si eso fuera una falla, y no la esencia misma de estar vivas.


Lo que rechazamos de nosotras


Cuando no nos permitimos el cambio, muchas veces rechazamos partes de nosotras.

Las escondemos antes de descubrirlas. No las vemos, y por lo tanto no podemos disfrutarlas.

Todo lo que no encaja en lo que “debería ser” termina fuera. Y eso también es perderse.


Ensayar el amor hacia lo que somos hoy


ree

Pero más allá de ese miedo, hay algo que nos espera: una bocanada de aire fresco.

Una nueva libertad.

Podemos empezar con un acto pequeño, pero inmenso: mirarnos con compasión, preguntarnos con ternura, dejar que lo que somos hoy tenga lugar.


Dejar-nos ser.


No hay que hacer grandes cosas para empezar.

Solo estar dispuestas a acercarnos a esa orilla.

Quizá, ahí mismo, justo ahí, nos encontremos con algo muy parecido al amor.


Lo tenemos más a mano de lo que creemos.


¿Y tu? ¿Hace cuánto no te detienes a mirar lo que se mueve en tu marea interna?

Con Amor,

Desde Castillo del Aire,

Kate 🌷

 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page