Cuando el cuerpo te pide mas Descanso

El cuerpo siempre habla.

Lo hace en susurros al inicio: un bostezo inesperado, una fatiga que no se disuelve, una mente que parece enredarse en cada pensamiento. Y cuando no lo escuchamos, levanta la voz: dolores que persisten, insomnio que se repite, ansiedad que se enciende como una alarma.

El descanso no es un lujo, es una necesidad vital. Sin él, el cuerpo se apaga lentamente, la mente se nubla, el corazón se agita. Descansar no significa detener la vida; significa darle espacio para

renovarse.

En una cultura que glorifica la velocidad, detenerse parece un acto de rebeldía. Pero hay una sabiduría profunda en la pausa. Porque en el descanso también trabajas, aunque de otra manera: el sistema nervioso se regula, la memoria se organiza, las emociones encuentran cauce, los tejidos se reparan.

Cuando el cuerpo te pide más descanso, te está invitando a volver a lo Esencial:

• A escuchar tu respiración y dejar que se haga más lenta.

• A honrar el silencio, aunque solo sea por unos minutos al día.

• A permitirte dormir más cuando lo necesites, sin culpa.

• A regalarte pausas conscientes, donde no tengas que hacer nada, solo estar.

Descansar también es un camino espiritual. Porque en la quietud aprendemos a soltar la ilusión del control, a confiar en que la vida sigue fluyendo incluso cuando no hacemos nada.

El cuerpo sabe.

Te muestra con claridad cuándo es suficiente, cuándo pide tregua, cuándo reclama cuidado. Y escucharlo es un acto de amor propio.

Así que la próxima vez que sientas el llamado del cansancio, no lo tapes con café, pantallas o prisa. Pon la mano en tu pecho, respira, y pregúntate: ¿Qué descanso necesito ahora?

Recuerda:

El cuerpo no busca detenerte, busca sostenerte. Y cuando lo atiendes, cuando lo honras con la pausa, descubres que en esa aparente quietud está germinando tu fuerza más verdadera.

Porque descansar no es abandonar el camino. Descansar es volver a él con más presencia.