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No tienes un cuerpo distinto a tú alma


“Cuando digo me doy cuenta, hay algo corporal que se mueve dentro de mí,

algo ocurre no solo en la mente sino en todo el cuerpo. 

En ese Darse Cuenta se produce la integración de lo emocional,

lo afectivo, lo corporal, con lo mental, lo cognitivo” 

Lola Alberola.


No tienes un cuerpo distinto al alma porque lo que llamas cuerpo es aquella porción de alma percibido por los cinco sentidos. No se puede hablar del cuerpo sin hablar de mente, no se puede habla de mente sin hablar del alma. Alma, cuerpo y mente... no son nociones separadas, es una Totalidad que integra al individuo y que te permite moverse desde una misma unidad.


Cuerpo y mente son un sistema, están unidos para ser un vehículo cargado de experiencia, emoción y expresión. En todo este proceso de expresión de la psique a través del cuerpo, encontramos el proceso de enfermedad y somatización.

No es gratuito encontrar enfermedades físicas cargadas de contenido psicológico; procesos que no se trabajaron desde el interior, ideas que no se pudieron verbalizar, dolores que no se pudieron sanar y experiencias que no se quieren recordar ni repetir. Todo esto, se convierte en energía, en  una carga fuerte y pesada que busca un espacio en la mente y que está, como mecanismo de autodefensa, busca con fuerza por donde expulsarlo, por donde expresarlo y es ahí, cuando el cuerpo habla y el individuo de manera consciente empiezas a encontrar su lenguaje. 


"Somos algo psicosomático: un cuerpo (sôma) y un alma (psyché)".

La medicina oriental por su parte, desde sus creencias y costumbres es pionera es romper este paradigma donde el cuerpo y la mente no se interrelacionan. Los síntomas no siempre son orgánicos, el cuerpo habla lo que la mente calla.


La relación cuerpo-mente va enmarcada en la lógica de hacer conciencia de un cuerpo vivido a raíz de las vivencias, para comprenderlo hay que observar de manera holística estas dos

instancias. El cuerpo y la mente trabajan en complemento, físicamente el cuerpo  permitir sentir y dar a conocer, y la mente por su parte, dota de  valor y significado aquello que ha sido revelado.


Los problemas físicos y psíquicos no se pueden separar ni tratarlos como dos unidades aparte, como se ha venido realizado durante años en la mayoría de las culturas a nivel mundial. Se puede notar entonces, que trabajar en lo terapéutico el cuerpo y la mente es un proceso complejo y sistémico pero que aún existen baches que no permiten un trabajo efectivo. 


Al separar cuerpo y alma, corremos el riesgo de vivir en fragmentos. Esto puede manifestarse en problemas de salud mental o física, ya que tratamos de cuidar uno sin prestar atención al otro. La verdadera salud y bienestar surgen cuando entendemos que somos un todo: cuerpo, mente y alma en una armonía constante.

 

Cuerpo y Alma en la Vida Cotidiana


La idea de que "no tienes un cuerpo distinto a tu alma" cobra especial relevancia cuando la llevamos a la práctica diaria. Si somos un solo ser, en lugar de entidades fragmentadas, podemos adoptar un enfoque más holístico de la vida.


Por ejemplo, cuando practicas ejercicio físico no solo estás "entrenando el cuerpo", sino también cultivando la disciplina, la concentración y el equilibrio mental. Del mismo modo, cuando te alimentas de forma saludable, no solo estás nutriendo el cuerpo, sino también proporcionando claridad y energía a tu mente y espíritu.


La meditación, el yoga y otras prácticas integradoras son herramientas que nos ayudan a recordar esta unidad. Al enfocarnos en la respiración, en el movimiento consciente, o en el estado de calma mental, conectamos con una parte más profunda de nosotros mismos que va más allá de lo físico, pero que al mismo tiempo lo incluye y lo honra.


Conclusión: La Unidad como Camino hacia la Plenitud


Entender que no tienes un cuerpo distinto a tu alma implica un cambio de perspectiva profundo. Nos invita a vernos a nosotros mismos como un todo, a abandonar la idea de que la materia y el espíritu están en conflicto. Al comprender esta unidad, podemos empezar a vivir de una manera más plena, más consciente y más equilibrada.


Cuidar nuestro cuerpo no es solo una cuestión de salud física; es también un acto de respeto hacia nuestra propia esencia. De la misma manera, nutrir nuestra alma con pensamientos positivos, gratitud y paz interior tiene un impacto directo en nuestro bienestar físico.


Al final, vivir desde la comprensión de que cuerpo y alma son una misma cosa nos lleva a una vida más auténtica, más enraizada y más conectada con lo que realmente somos. Porque, en última instancia, no podemos vivir en paz con nosotros mismos si no reconocemos la unidad esencial de todo lo que somos.


 
 
 

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